
Su madre, Mariana, me comento tras muchos años que el “siempre soñaba con árboles”.
El placer de cruzar un bosque, donde caía un pequeño aguacero, no se comparo con nada al despertar en un sucio callejón.
El lunes que murió Gabriel, recibió muy temprano, el arribo del Padre Pablo en un barco desde España.
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